Tornado
La marca nació en 1957, de la mano de dos viejos amigos, Bill Woodhouse y Tony Bullen. Querían fabricar pequeños y económicos kit cars, tan de moda en aquel tiempo. Coches sencillos, vistosos y, sobre todo, económicos, hechos de una manera totalmente artesanal. Lo habitual era recurrir al chasis y la mecánica de un modelo de gran serie y vestirlo luego con livianas y más o menos exóticas carrocerías de fibra de vidrio. Y así lo hicieron. Su primera creación, presentada en 1958, fue el Typhoon, un descapotable de dos plazas (o 2+2) provisto del chasis de largueros del Ford Popular, la caja de tres relaciones y el motor de 1.172 cc y válvulas laterales (tipo 103E) convenientemente mejorado (55 CV). De este modelo vendieron unos trescientos ejemplares.
Ello les dio alas y dos años después veían la luz el Tempest y el Thunderbolt. Ambos conservaban el estilo del Typhoon, en lo que a carrocería se refiere. Pero oculto debajo de esa línea había un chasis nuevo y propio, configurado por una compleja estructura tubular (muy rígida y ligera), una suspensión delantera revisada y frenos delanteros Girling de discos. En cuanto a los motores, para el primero se decidieron por la perita en dulce del momento, el Ford 105E OHV de 997 cc (75-90 desarrollado por Cosworth para los Fórmula Junior.
El segundo, en realidad, era una versión especial (y única) del Tempest destinada en exclusiva a las carreras, equipada con un chasis alargado y el dos litros del Triumph TR3.
Esa temporada precisamente, Tornado conseguía un triunfo importantísimo y sin paliativos en las 6 Horas de Silverstone. Allí, el equipo formado por Martin (Thunderbolt), Bunce (Typhoon) y Woodhouse (Tempest) luchó de tú a tú con los Jaguar C, Austin-Healey 3000, Lotus Seven, MG A, Marcos GT y Fairthorpe rivales. El potente Jaguar de Peter Sargent abandonaba por avería. Al resto los batieron en la pista.
Además de la victoria en sí, el hecho de haberla logrado en una carrera de resistencia ponía de relieve la solidez y la velocidad de los nuevos modelos. Semejante espaldarazo fue aprovechado de inmediato. Bajo la dirección técnica de Colin Hextall, el pequeño fabricante quiso hacerse grande y presentó al público en 1961 un ambicioso coupé de cuatro plazas. El Talisman GT se alzaba sobre el bastidor del Tempest (ahora con suspensión trasera independiente) y llevaba montado una versión afinada (80 CV) del 1500 del Ford Consul Classic.
Para bien o para mal, el cambio de orientación dado a propósito de este coupé no significó el arrinconamiento de las barqueras deportivas, sino una apertura de miras. Ahora bien, la temeridad de mantener dos líneas de acción (la de los turismos de calle y la competición) supuso un esfuerzo económico insalvable a la postre. Así y todo, en el salón londinense de la competición, la marca de Rickmansworth volvía a las andadas y exhibía lo que en apariencia era un Tempest como el de dos años atrás. Sin embargo, escondía varias y significativas diferencias. Contaba con el chasis corto (2.190 mm) del Talisman GT, su esquema de suspensiones independientes en los dos trenes, dirección de cremallera y la última y extraordinaria puesta a punto que Cosworth había efectuado sobre el Ford 1500.
Con ellos volvió a ganar las 6 Horas de Silverstone de manera oficial. Mientras que otros equipos privados lo hacían en otras competiciones menores. Pero en casa las cuentas no cuadraban. Casi al mismo tiempo que festejaban triunfos, el piloto local John Beaert compraba la fábrica y decidía lanzarse a la transformación y venta del Fiat 600D GT. A la sazón, un Seiscientos potenciado con el motor del Tempest. Otra vuelta de rosca a la maltrecha economía. Pero ya no hubo margen. La errónea gestión acabó, definitivamente, en 1964 con la aventura iniciada por Woodhouse y Bullen.