De Tomaso

Alejandro De Tomaso nació en Buenos Aires el 10 de Julio de 1928. Su padre, Antonio, era un político Argentino que sirvió en el gabinete del presidente Agustín Justo a principios de la década de los 30, un periodo turbulento en la historia del país tras el golpe de Estado de 1930. Antonio murió a los 33 años y Alejandro quedó huérfano con sólo 5 años. Su madre provenía de una de las familias de terratenientes más importantes del país y el joven se crió en un entorno muy acomodado.

A los 15 años de edad dejó la escuela y se puso a trabajar en los negocios de la familia.
A la edad de 20 años, Alejandro era ya el administrador de las finanzas familiares. El logo de la marca simboliza la herramienta de hierro utilizada para herrar a los caballos, mientras que los colores son los de la bandera argentina.
Su ambición por las carreras empezó en las carreteras argentinas pilotando un viejo Bugatti de cuatro cilindros. Más tarde pilotó un Alfa Romeo supercargado de una sola plaza en eventos locales.
En 1954 De tomaso quedó en segundo lugar de su categoría y séptimo de la general en los 1.000 Kilómetros de Buenos Aires a bordo de un Maserati. Al año siguiente obtuvo la victoria de su categoría y el cuarto lugar de la general en el mismo evento.

Por aquel entonces, el ambiente político en Argentina no era fácil, Juan Perón estaba en el poder y el presidente mostraba una marcada intolerancia hacia todos los que se oponían a él. De Tomaso era uno de estos opositores y por prudencia emigró al norte de Italia en 1955, donde trabajó como mecánico para los hermanos Maserati en su fábrica de Bologna, construyendo automóviles OSCA (Officine Specializzate di Construzione Automobili).
En 1959 De Tomaso se trasladó a Módena, donde decidió empezar a construir su propios automóviles deportivos.
Sus primeros vehículos estaban basados en los OSCA con los que había corrido con tanto éxito y estaban construidos para competir en la recién creada Fórmula Junior
En 1961, De Tomaso también desarrolló un automóvil de Fórmula Uno.
Siempre fascinado por las nuevas tecnologías, este constructor ya experimentaba desde los años 60 con cigüeñales, válvulas y hasta chasis hechos en titanio.
En 1962 introdujo su primer automóvil de F1 equipado con motor Ford, un 1.5 Cortina. Pilotado por Franco Bernabei, este coche se colocó inmediatamente a la cabeza del Gran Premio de Roma, pero no pudo terminar debido a problemas en el depósito de combustible.

En 1963 llegaron informes de un novedoso contendiente en Indianapolis para John Mecom Jr, que usaba magnesio para crear un auténtico monocasco de una sola pieza utilizando el motor como elemento estructural, además llevaba una suspensión trasera que se atornillaba directamente en la cubierta de la caja de cambios. Una vez más el motor era un Ford V8. A pesar de que este automóvil fue probado en Indianapolis y de que su peso era tan solo de 669 kg, nunca llegó a competir. Dicen que el frustrado Mecom acabó usando el chasis como macetero en el jardín.
La colaboración entre Ford y De Tomaso continuó con el automóvil llamado Vallelunga, que se presentó como prototipo descapotable en Turín en 1963.
Después de correr en el famoso circuito cerca de Roma, equipado con un Cortina cuatro cilindros de ubicación central que podía desarrollar 100 HP. Era un vehículo con 549 kg de peso, el Cortina llevaba al Vallelunga a una velocidad máxima de 209 km/h. Esta obra de arte no entró en producción, ni siquiera a pequeña escala, pero marcó el camino para el siguiente deportivo, el Mangusta.

Logo De Tomaso

Alejandro De Tomaso

De Tomaso OSCA 2 litros (1962)

De Tomaso Vallelunga

Mangusta (1966)

Aparte del anecdótico 70P, un Sport de 7 litros presentado en 1965 y realizado en colaboración con Carroll Shelby, su primer modelo de cierta difusión (testimonial más bien) fue el Mangusta, que retomaba la fórmula aplicada por Shelby en el Cobra: potente motor americano unido a liviano chasis europeo. Pero en vez de partir de un deportivo inglés algo anticuado como el AC lo que hizo De Tomaso fue edificar un sólido bastidor en torno a un V8 Ford de 4,7 litros alojándolo en posición central; propulsor cuyo nombre en pulgadas cúbicas era 289, curiosamente el mismo elegido por Shelby para su musculosa interpretación del AC. Ese afán de emular al tejano tuvo su puntilla en el nombre escogido para el coche: Mangusta. Y ya sabemos qué ofidio constituye el plato favorito de la mangosta...
Giugiaro lo vistió con una bonita carrocería, caracterizada por la división del capó trasero (en dos alas de gaviota abisagradas en un eje central) de forma que el motor fuera accesible por ambos lados, y el coche fue presentado en el Salón de Turín de 1966.

En la primavera siguiente De Tomaso se hizo con la propiedad de la firma carrocera Ghia y un año más tarde empezó la construcción del Mangusta al ritmo de un ejemplar diario. Como auto deportivo era realmente atractivo, pero su comportamiento dinámico resultó más bien decepcionante.
Pese a que el voluminoso V8 iba situado muy bajo en relación con el resto del chasis (el eje de entrada en la caja de cambios pasaba por debajo de la transmisión final y no por encima, como en la mayoría de coches con disposición transaxal) su bajo centro de gravedad no le salvó de ser poco manejable, demasiado pesado y de difícil estabilidad.
Entonces Ford decidió intervenir de forma más directa para hacer de él un vehículo de prestigio y altas prestaciones que pudiera venderse en el mercado de EE.UU. como modelo tope de gama, distribuido a través de la red comercial Lincoln-Mercury.

Prototipo del Mangusta

De Tomaso Mangusta

Pantera (1970)

La subsiguiente revisión del concepto Mangusta daría a luz a un animal mucho más feroz: el Pantera. Para controlar este proyecto, Dearborn envió al diseñador Tom Tjaarda, hijo del creador del Lincoln Zephyr 1936, John Tjaarda, y responsable de las líneas de la carrocería, mientras que Gian Paolo Dallara (autor del Lamborghini Miura) dirigía el equipo de ingenieros encargado de realizar el chasis.
De tipo monocasco, éste contaba con suspensión independiente de dobles brazos oscilantes y frenos de disco autoventilados en ambos trenes. Su motor (un V8 Ford, obviamente) no era otro que el 351 Cleveland de serie extrapolado del 4,9 litros de competición, cuyo mayor interés residía en la posibilidad de disponer de una apreciable cantidad de caballos a un coste relativamente bajo, sin olvidar lo mucho que simplificaba los problemas de postventa en el mercado americano una arquitectura tan simple, robusta y probada: bloque y culata de fundición, simple árbol de levas central mandado por cadena, válvulas en cabeza accionadas por varillas y balancines, cigüeñal de cinco apoyos, radiador de aceite y carburador invertido de cuatro cuerpos.
Con 273 CV (DIN) de potencia a 5.400 rpm, un par máximo de 46,2 mkg a 3.400 rpm y unido a una eficaz transmisión ZF de cinco relaciones, sus prestaciones estaban a la altura de lo esperado: los 100 km/h en 6,2 segundos partiendo de cero y una velocidad punta superior a 240 km/h. En cuanto al consumo, las cifras más optimistas no bajaban de los 20 litros cada 100 km.
Estas mediciones fueron tomadas en Montlhéry por la revista francesa Moteurs durante el verano de 1972.

El prodigioso súpercoche debutó en el Salón del Automóvil de Nueva York en 1970 y aunque impresionó a la prensa del motor con su aspecto y su rendimiento, pronto se hicieron evidentes algunas carencias de calidad desgraciadamente familiares. La implicación de Ford fue más allá del suministro de motores. El Pantera se distribuyó en los EE.UU. a través de unos pocos concesionarios Lincoln-Mercury y el coche tenía unos problemas tan graves que Ford empezó un programa para remediarlos con Bill Stroppe, Holman & Moody y Dearborn Steel & Tube.

El renacido interés por la categoría Gran Turismo Especial propició el nacimiento del GTS, versión mejorada del Pantera, que se presentó en marzo de 1972. Según el catálogo 1972 de L'Auto Journal, rendía 350 CV a 6.000 rpm, 50 mkg de par a 4.000 rpm y con una relación potencia/cilindrada de 60,4 CV/l (en especificaciones SAE, se supone) alcanzaba 280 km/h de velocidad máxima. Exteriormente se distinguía por tener 7 cm más de anchura, calzado de mayor tamaño (C70-15 delante y H70-15 detrás) y capós frontal y trasero en negro, al igual que las taloneras con su nombre en grandes letras blancas.
Pero De Tomaso fue más lejos con el todavía más salvaje GT4, destinado a la fórmula de Grupo 4 (GT modificado). Bajo la misma carrocería ligeramente modificada (cristales, aletines para las gomas Racing y depósito de gasolina) crepitaban cuatro enormes carburadores dobles y 500 CV (estos DIN). Velocidad máxima comunicada por el constructor: 300 km/h...

Mucho menos ambiciosa (y efímera), fue una variante denominada Pantera 290 con el motor V6 Ford de 3 litros apareció en el Salón de Ginebra sin que después se tuvieran más noticias de ella.
Pero por mucho tiempo la estrella seguiría siendo el Pantera, disponible sucesivamente en modelo básico, L, GTS, GT4, GT5 y GT5S, y fabricado entre Turín, (carrocería) en los talleres de Vignale que De Tomaso había comprado en 1969, y Módena (ensamblado), donde la propia firma montaba el resto de los componentes. Uniendo la potencia sin sofisticación de un fornido motor yanqui a la exquisitez de un chasis europeo de avanzada concepción y dotando al conjunto de unas seductoras líneas, De Tomaso logró la síntesis ideal entre ambos mundos. Ofrecía la mejor relación precio/prestaciones de su tiempo (casi el mismo rendimiento que un Ferrari por la mitad de coste) y, bastardo o no, entró sin discusión en el elitista círculo de los deportivos de raza. Y de carácter, por si alguien aún dudaba de ello.

Primero, la crisis del petróleo; luego, el endurecimiento de la leyes antipolución; más tarde, la diversificación del grupo industrial De Tomaso y la pérdida de interés por parte de Ford hicieron que su proceso de desarrollo fuera bastante desordenado, siguiendo una evolución caótica durante la segunda mitad de los años ochenta que, a semejanza de lo sucedido con el Countach, acabaría desfigurando las líneas maestras trazadas por Tom Tjaarda en 1970 con una farragosa cosmética no siempre justificada de aparatosos spoilers, deflectores, aletines y demás apéndices aerodinámicos.

De Tomaso Pantera

De Tomaso Pantera GTS

De Tomaso Pantera 290

De Tomaso Pantera GT5S

Deauville (1970)

Vestido con una carrocería sospechosamente parecida a la del Jaguar XJ6, el Deauville fue presentado en el Salón de Turín de 1970 (su derivado Longchamp de dos puertas no llegó hasta dos años más tarde) y nunca tuvo el éxito que sus creadores esperaban. Aparte de eso no es mucho lo que se puede decir de este coche (excepto para sus incondicionales, claro).
La 2ª serie (1981-1985) equipaba un motor Ford V8 de 5,8 litros y 269 CV (SAE) a 5.400 rpm transmitidos al tren posterior mediante transmisión automática.

De Tomaso Deauville