Bugatti
Ettore Arcos Isidoro Bugatti nació en Milán (Italia), un 15 de septiembre de 1881. Su padre, Carlo Bugatti, diseñador de muebles de alto standing (según unos) y fabricante de violines (según otros) y amigo de Puccini y Tolstoi, le permitió a Ettore seguir sus estudios con envidiable comodidad económica. Tanto él como su hermano Rembrandt realizaron estudios en la Academia de Arte de Brera. A pesar del ambiente artístico que lo rodeaba, se inclinó hacia la industria de la automoción, la cual convirtió con el paso de los años en todo un arte. Sólo así se explica que sus realizaciones fueran más intuitivas que calculadas, y también la importancia obsesiva que atribuía a ciertos factores ajenos a la ingeniería clásica, como la estética de las piezas metálicas o la limpieza de los acabados. La inspiración le venía en cualquier momento, pero después, los esbozos y garabatos del patrón Ettore tenían que pasar el crisol de una legión de ayudantes (ingenieros y técnicos muy cualificados) quienes cumplían la ardua tarea de darles su forma definitiva.
El primer producto comercializado por Ettore fue en 1899, un cuadriciclo con motor a nafta en cada rueda trasera. A pesar del inédito diseño, consiguió sus primeros triunfos haciéndose un nombre en el todavía insólito negocio. Hombre extravagante, prepotente, altanero, pero siempre de buen gusto y soñador, exigente y perfeccionista. Estas características le permitieron alcanzar metas casi desde la nada. La lujuriosa vida que llevaba le impedía contar con los ahorros suficientes para embarcarse en cada nuevo proyecto, y tuvo que recurrir al Conde Gulinelli para construir un coche con motor de cuatro cilindros que tuvo entre sus galardones la Copa Ciudadana de Milán y la medalla del Club de Automóviles de París, siendo considerado el coche más rápido del mundo al llegar a los 65 km/h. A partir de entonces, la obsesión de Bugatti sería lanzar al mercado siempre el coche más veloz.
En 1902, el Barón Eugenio de Dietrich, propietario de una fábrica en Niederdbronn, Alemania, le ofreció un ventajosa oferta para contar con sus servicios, con una paga extra por cada coche de competición. Bugatti se trasladó a Molsheim, Alsacia, para luego adoptar la ciudadanía francesa. Aunque el contrato de colaboración duró poco tiempo, le valió para seguir trabajando en la Gasmotoren Fabrik en Colonia como Jefe de Ingeniería, donde siguió desarrollando motores.