Aston Martin DB7 Vantage

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En 1948 el industrial David Brown adquirió la empresa Aston Martin y apenas unos meses después hizo lo propio con Lagonda. Joven emprendedor y propietario de la fábrica de tractores y cajas de cambio que llevaba su nombre, Brown no había tomado a la ligera la decisión de realizar esta doble compra. Ni mucho menos. Por entonces, Aston Martin y Lagonda padecían los rigores de la posguerra y atravesaban un momento delicado económicamente. La posibilidad de hacer dinero con la fabricación de coches se presentaba ante Brown como un cheque en blanco, un sueño suyo que venía de tiempo atrás. Porque, por otro lado, estaba su afición. Le apasionaban las carreras.

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Años antes había participado en pruebas deportivas conduciendo un Vauxhall Villiers con compresor, con el que llegó a quedar en posiciones de podio en pruebas como la subida a Shelsley Walsh. De ahí que, además de su olfato empresarial, añadiera a esta operación la magnífica oportunidad que le brindaban de entrar en contacto con un emocionante mundo que él veía con apasionamiento y sumo interés personal.

Con ocasión de sus viajes de negocios a Estados Unidos, Brown había estudiado a fondo el mercado y había llegado a dos conclusiones: primera, aquel país se vislumbraba en el horizonte cercano como la tierra prometida de la industria automovilística europea a partir de los años cincuenta; y segunda, la competición suponía el medio de promoción idóneo para enseñar un deportivo, sobre todo cuando su intención ya era muy clara: el desarrollo de un automóvil gran turismo de altas prestaciones.

Cuando Brown compró Aston Martin, sabía cual era el último proyecto de ésta. El ingeniero Claude Hill había estado desarrollando desde 1939 un moderno prototipo que debería de haber dado una bocanada de aire fresco a la anquilosada fábrica de Feltham. El Atom, así denominado, rompía con los esquemas tradicionales y proponía una berlina deportiva de cuatro puertas construida en torno a un estudiado e innovador chasis tubular integral, a modo de estructura autoportante. Contaba asimismo con suspensión delantera independiente, un cambio electromagnético Cotal y un cuatro cilindros de dos litros y válvulas en cabeza.
Por su parte, Lagonda disponía de unos talleres y una estructura fabril equipada y en orden de marcha en la localidad de Staines, pero sobre todo, poseía un motor fuera de serie: el seis cilindros 2,6 litros y doble árbol de levas en cabeza creado por el mismísimo William Owen Bentley, fundador de la marca Bentley y luego proyectista de motores unido a Lagonda desde 1937. El LB6 (abreviatura de Lagonda, Bentley y 6 cilindros) no había llegado a montarse salvo en los cinco prototipos del que debía haber sido el futuro Lagonda.

En el verano de 1948, el equipo de competición de Aston Martin, coordinado por el piloto probador de la casa, John Horsfall, inscribió un coche en las 24 Horas de Spa. A partir del Atom, Claude Hill y su grupo de mecánicos habían conseguido construir el vehículo en menos de nueve semanas. Horsfall y Leslie Johnson ganaron la carrera, una dura competición en la que sólo terminaron 23 coches de 40 que tomaron la salida.
Como esperaba Brown, ¿qué mejor publicidad podía esperar la renovada Aston Martin para anunciar el modelo que ese mismo año vería la luz en el Salón de Londres? Denominado oficialmente 2 Litros Sport, y extraoficialmente DB1, aquel cabriolet exhibido a bombo y platillo sentaba las bases de una generación de Gran Turismos prolongada hasta hoy.

Atom

Aston Martin 2 Litros Sport