Los automóviles sin volante
Pasó más de una década, desde la aparición de los primeros vehículos a motor, hasta que el volante logró imponerse como sistema más idóneo para dirigir la trayectoria de un automóvil. Y aún hoy día, surgen ideas revolucionarias que plantean métodos diferentes a la tradicional columna de dirección y volante circular.
Se ha experimentado mucho con distintos planteamientos que facilitasen el manejo el automóvil, desde la llamada 'cola de vaca», una larga caña curvada, hasta diferentes tipos de manillares, palancas y manivelas. También se han intentado utilizar los pies para hacer girar el automóvil, mientras que las manos se encargaron de acelerar o frenar.
El volante tampoco fue siempre redondo o de una sola pieza. Han sido diseñados con forma oval y como dos medias circunferencias unidas. Algunos, incluso, proponían dos volantes, uno sobrepuesto al otro.
El cuadriciclo ideado por Gotlieb Daimler en 1886 no tenía volante circular, sino cuatro palos de hierro perpendiculares y unidos directamente a una barra de la dirección. Esta movía el eje que unía ambas ruedas a través de una corona dentada. En aquel vehículo la columna no salía en ángulo, sino vertical al plano del suelo. Su posición se colocaba a la altura del pecho del conductor y su manejo era bastante incómodo.
Tampoco el triciclo de Karl Benz de 1885 llevaba volante convencional. Una pequeña palanca, que sobresalía de la columna de dirección, transmitía su giro a la rueda delantera a través de un engranaje dentado. A pesar de que este manillar se encontraba más o menos en el centro del automóvil, el conductor tenía que sentarse al lado izquierdo para coger el manillar con la mano derecha.
El más peculiar de los manillares utilizado en aquellos tiempos pretéritos fue el denominado cola de vaca. Se trataba de una barra larga, que salía del suelo del vehículo trazando una línea curvada hasta el conductor. Su longitud variaba según las características del automóvil. Podía ser inmensamente larga, como en el triciclo Lacroix de Laville, con la única rueda delantera muy avanzada y el asiento del conductor bastante retrasado. En maniobras y virajes cerrados el conductor debía de abandonar su asiento, ponerse de pie y estirar el brazo al máximo.
El Oldsmobile Curved Dash de 1903 incorporaba, en cambio, una barra bastante más corta y más manejable. Aún así, el giro de esta palanca era bastante amplio y podía ir de un extremo a otro del habitáculo en curvas muy cerradas.
En ocasiones, se manejaba la cola de vaca desde los asientos traseros. Algunos diseños colocaban a los pasajeros en un asiento delantero y el puesto de conducción detrás. En este caso, la barra de dirección debía alargarse sobremanera. También fueron corrientes en aquella época las carrocerías denominadas Vis-a-vis, en la que los pasajeros se sentaban unos enfrente de otros. La columna de dirección emergía recta en el centro, revestida y adornada con chapa, con un manubrio en el extremo superior con el que se gobernaba el giro.
El volante circular apareció algunos años antes del cambio de siglo, sin que se pueda precisar exactamente quien lo introdujo. Aunque en la mayoría de los casos su ubicación lo colocaba en el centro del vehículo, delante del conductor, ya aparecieron los primeros modelos que lo situaban en el lateral. Era común su inclinación, totalmente horizontal con la caña de la dirección perpendicular al suelo. No obstante y aunque no era la norma ni la mejor solución, alguno se colocaba totalmente vertical, como el timón de un barco.
Los primeros volantes eran de madera o de fundición, a veces adornados como si de un objeto de arte se tratase, y siempre plano. Durante muchos años no cambiaron su posición y tampoco evolucionaron demasiado, hasta que décadas más tarde, cuando debido al aumento del tráfico los accidentes se multiplicaron y se comprobó que gran parte de las heridas de los conductores eran provocadas por el choque contra el volante, los fabricantes comenzaron a buscar soluciones avanzadas.
Se empezó hablar entonces de volantes de seguridad. Las columnas de dirección, siempre rígidas, causaban daños graves en las colisiones frontales. Nacieron así columnas de varios segmentos, que en caso de choque o bien se articulaban en un punto concreto, doblándose hacía un lado, o bien se plegaba a modo de acordeón.
También los volantes cambiaron su aspecto: la rueda se colocaba en un plano más avanzado que el centro, para no dar de pleno en el pecho del conductor, y la madera y el metal dejaron paso a materiales menos rígidos como el plástico.
A pesar de todas estas modificaciones, los ingenieros siguieron buscando alternativas al volante circular. Se experimentaba con todo lo imaginable, unos más viables que otros, caso del sistema de palanca que usan los aviones (de ahí procede el mando tipo joystick), y los manillares planos como en las motocicletas, con el acelerador, el freno y el embrague en las empuñaduras. Se pensaron asimismo formas ovales, complejas geometrías cortadas por arriba y por abajo, ruedas con cuatro, tres, dos y hasta un radio, incluso macizos, y alguno llegó a presentar un volante de doble aro.
El conocido como joystick, propuesto por Mercedes y Saab, tiene un antiguo antecedente en el pequeño coche electrónico de los hermanos franceses Jarret, presentado en 1968. Equipado con una técnica revolucionaria, este triciclo disponía de una pequeña palanca situada entre los dos asientos delanteros y no sólo controlaba la dirección del vehículo sino también el acelerador y el freno.
En 1982 General Motors presentó el Aero 2000 con una doble palanca en el centro en la que también se concentraban diferentes funciones. Delante del conductor no se encontraba ni salpicadero, ni instrumentos, ni pedales, sólo una guantera. Los habituales relojes del salpicadero fueron sustituidos por una pantalla de ordenador que aportaba la información necesaria.
Cuatro años después, surgió el prototipo Twike, un coche eléctrico que combinaba la fuerza de un motor eléctrico con pedales como si de una bicicleta se tratase. La dirección se controlaba con una pequeña palanca en el centro del puesto de conducción.
Mercedes lleva años perfeccionando esta idea. En el F200 Imagination, presentado en 1996, los mandos se ubicaron en los revestimientos de las puertas y en la consola central, con la ventaja de que disminuía el riesgo de lesiones en caso de colisión frontal. Denominados side-sticks, permitían por otro lado que lo pudiera gobernar cualquiera de los dos pasajeros de delante, sin necesidad de interrumpir el viaje y de enorme utilidad cuando temporalmente se circula en un país con la dirección del tráfico cambiada, caso de Gran Bretaña y sus colonias con respecto al resto de Europa.
Mirando al futuro, no se ve a corto plazo un cambio radical hacia estos sistemas revolucionarios. Aunque el automóvil ha evolucionado mucho técnicamente, existen unos conceptos básicos en la conducción de un vehículo, y este del volante es uno de ellos, de complicada implantación. Veremos.